sábado, 11 de febrero de 2012

¿Qué es en realidad el Tiempo?

¿Por qué nos figuramos que una sola existencia terrestre es lo suficientemente larga para determinar nuestro futuro espiritual? Porque tenemos una noción humana del tiempo. Un día nos parece muy corto, sin embargo, hay seres para los que este lapso es suficiente para que nazcan, vivan, luchen, sufran, gocen o mueran. Pero, ante el Ser Eterno, los 60 u 80 años de una existencia humana terrestre son como un segundo para nosotros.
El corazón humano late a razón de sesenta veces por minuto, es decir una por segundo. En un minuto el ser humano respira veinte veces, por término medio. Cualquier jornada humana está marcada por un periodo de vigilia y otro de sueño. Tales son los principales elementos del tiempo humano.
La Tierra, que también es esotéricamente un ser vivo, posee una noción personal del tiempo. Una rotación terrestre completa, que exige veinticuatro horas, permite a la Tierra el hacer una inspiración de fluido solar, y durante este tiempo, el corazón terrestre, bajo la acción de las mareas, ha tenido una pulsación de ascenso y descenso. Una hora para la Tierra corresponde a un día para el hombre. Un día terrestre está marcado por el paso de la Tierra de una línea a la otra, o por una revolución lunar completa. Esto hace un mes para el hombre.
Un mes terrestre comprende cuatro fases: primavera o mañana de la Tierra. Verano o mediodía de la Tierra. Otoño o tarde de la Tierra y finalmente, Invierno o noche de la Tierra. El mes de la Tierra corresponde, por tanto, a un año del hombre.
Un día para el hombre es un minuto para el Sol. Un mes para el hombre es una hora para el Sol. Un año humano es un día del Sol y una noche de los dioses. Finalmente, un año de Sol corresponde a 360 años humanos y forma la unidad del año divino.
Los hindúes han calculado los tiempos de manera aún más considerable. El año solar comprende, lo hemos dicho, 360 años humanos, y este número da el año divino. Un día y una noche de Brama comprende el doble, es decir 14.000 años divinos, esto da la enorme cifra de 311.040.000.000.000 años humanos. ¡Y sin embargo, este inmenso número de años humanos representa simplemente un abrir y cerrar de ojos para Vichnú!
Se ve inmediatamente lo que representan los 80 años de un hombre para un ser de la “categoría” de Brama, y estos seres existen.
Cada uno de estos periodos está acompañado por transformación de continentes planetarios, cuyo detalle sería interesante, pero saldría completamente de nuestro objetivo.
La Ley de Reencarnación enseña la paciencia. Tenemos suficiente tiempo por delante de nosotros para apurarnos. Lo importante es actuar bien en cada una de las existencias, y terminarlo todo adecuadamente, por que si no estaremos obligados a venir a concluir lo inconcluso en una existencia ulterior.
No se puede fijar un término a la reencarnación, como no es posible fijárselo a la vida humana. Hay seres humanos que pasan dos años sobre la Tierra, antes de volver a partir y otras pasan cien años. De manera similar, hay espíritus que se reencarnan inmediatamente, después de haber muerto, y otros que esperan mil años para hacerlo, existiendo todos los periodos intermedios. Resulta, por tanto, inútil el fijar fechas.
Se coloca un espeso velo ante los ojos de los encarnados, estando prohibido el saber quién se ha sido antes.
Estas ligeras nociones sobre la reencarnación nos permitirán no encontrar nunca el tiempo demasiado corto, puesto que no sabemos lo que es en realidad el tiempo.

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