La teoría de la reencarnación forma parte de la cultura más seria y profunda de la Humanidad. Aristóteles, Pitágoras, Virgilio, Balzac, Goethe, Tolstoi, Huxley, las mentes más abiertas del mundo, han creído en ella. Hace años que, de forma sistemática, se practican regresiones hipnóticas como vía para conocer las vidas pasadas, y éste es un hecho que ya nadie puede negar. Científicos alemanes, rusos, americanos, como Dtethlesen, Benetton y Fisher, realizaron hipnosis regresivas en las que todos los pacientes describen vidas anteriores que después se confirman como reales en los documentos históricos. En concreto, estos dos americanos enviaban a los pacientes no a la vida precedente, sino a una etapa que está entre una vida y otra y que en el Libro Tibetano de los Muertos denominan el Bardo. Esto está funcionando en todas partes del mundo y no podemos seguir ignorando algo tan serio.
A lo largo de las vidas sucesivas aumenta el nivel de consciencia del Hombre, hasta que se genera el Hombre Máximo o perfecto. El hombre perfecto es ya pura energía y pura inteligencia, no reencarnándose más en esta dimensión. Cuando una energía ha de volver a la Tierra parece que se deja aconsejar por tres entidades muy elevadas espiritualmente que indican cuál es el karma que le conviene para que evolucione su problema con mayor rapidez. Así, por dura que sea, la vida que tenemos la hemos elegido nosotros. Diríamos que el karma es como una mesa con un diseño determinado, donde cuestiones como el momento del nacimiento y el de la muerte son inmutables. Pero dentro de la mesa uno puede poner lo que le plazca, y ése es el libre albedrío, la posibilidad de llenar tu existencia de cosas positivas o negativas aunque haya una configuración prediseñada. El libre albedrío tiene perfecta cabida dentro de la ley del karma. Lo interesante es que cuando uno entiende finalmente esta ley termina de producir nuevos karmas, además de eliminar los del pasado.
En el catolicismo hasta el año 553 la reencarnación era oficial. Fue Justiniano quien la prohibió por encontrarla una idea peligrosa, ya que la gente podía pecar impunemente si pensaba que lo pagarían en próximas vidas. Frases del tipo: "Las almas serán cambiadas en cuerpos diferentes" pertenecen a nuestros textos sagrados. Yo conozco a muchos jesuitas que lo saben y que afirman que la reencarnación es una idea peligrosa. Fijaos que etimológicamente 'hereje' significa capaz de elegir, y que por parte de algunos grupos cristianos como los cátaros, la resistencia a renunciar a la reencarnación fue muy tenaz. En el siglo XIII, la iglesia logró acallar totalmente la idea de la reencarnación, pero algunos grupos secretos místicos como los alquimistas o los rosacruz mantuvieron la llama encendida hasta las épocas modernas. En el XVIII grandes cerebros europeos y americanos volvieron a adoptar esta creencia.