El verdadero amante de la Vida debe tener, ante todo, un concepto firme de que somos habitantes del Planeta, frente a los que suponen que todo cuanto nos rodea en la bóveda celeste ha sido creado para recreo y servicio nuestro y que ellos, por su propia persona son el centro y punto primordial de todo cuanto se mueve alrededor de nosotros mismos.
Se sabe que todas las Estrellas que divisamos pertenecen al sistema de la Vía Láctea donde, si bien existen muchos mundos inferiores al nuestro en dimensión, los hay también mucho mayores en una gran capacidad. Podrá ser que muchos de ellos no estén en condiciones atmosféricas para que la vida se manifieste tal como ocurre en nuestro mundo y aunque la materia tenga otra manifestación y forma, es indudable que muchos de ellos tengan su Fauna y su Flora, del mismo modo que las tiene la Tierra. No es lógico que tan solo nuestro mundo tenga habitantes ni que a él sólo se le haya concedido este privilegio. Sabemos también que existen Soles como el nuestro, pero hay un Sol Central del cual depende el que nos alumbra y aún otros Soles Centrales, dependiendo unos de otros, en una prolongación hasta lo infinito...
La Estrella Canope de la constelación austral de Argos, ya descrita por Plutarco, fue considerada por el astrónomo inglés Walkey como un probable Sol Central, alrededor del cual se supone que se mueve todo nuestro sistema, a pesar de ser una estrella minúscula. Es decir, minúscula a nuestra simple vista, ya que es ella 1.350.000 veces mayor que el Sol.
Ahora hagamos algunas comparaciones sobre tamaño de estrellas y sobre su magnitud. Tomemos, por ejemplo, la estrella Vesta, un pequeño Planeta que solamente tiene 400 km de diámetro, pero que se puede ver sin dificultad. Es, sin embargo, 25.000 veces más pequeña que nuestra Tierra y 500 veces inferior a la Luna. Supongamos que a esa Estrella se le ocurre caer sobre la Tierra. Daría ciertamente un golpe formidable, pero no sólo significaría que habría llegado el fin del Mundo. Bueno, sí, pero imaginemos lo que ocurriría dejando de un lado la lógica del desastre: tendríamos una montaña nueva de una inmensa altura que llegaría (para hacernos una idea) a cubrir todo el suelo de Rosario (Argentina) hasta Bahía Blanca, dejando sepultado a Buenos Aires, La Plata y Mar del Plata, "pero nada más". Podríamos acudir desde Europa a admirar este fenómeno curioso como montaña o meteoro caído y se harían excavaciones para dar con la Torre de la Catedral de la Plata. Ahora nuestro cuerpo, según antes se ha dicho, está en relación con el Mundo en cuanto a tamaño y si se aplica esa Ley de Relatividad donde todas las Estrellas en que mientras más grandes sean éstas, mayores serán sus habitantes, tendríamos que los habitantes de la Estrella Vesta habrían de ser 25.000 veces más pequeños que nosotros y, por consecuencia, de 7 mm de altura. De tal modo que no podrían verse a simple vista y para ellos serían nuestros insectos, horribles dragones monstruosos que les dieran espanto y de una patada, una cucaracha, por ejemplo, podría matar a centenares de estos habitantes. Nosotros seríamos unos enormes gigantes y tardaría infinidad de tiempo en poder ascender a cada uno de nosotros por piernas y brazos. Nuestras formas de flores, serían como grandes árboles y hay que suponer su admiración al ver con qué facilidad los arrancábamos de raíz. Llegarían a considerarnos Dioses si es que les fuera posible vernos a distancia. Pues así, tenemos varios Planetas, mucho mas pequeños que la Tierra y desde ellos se nos mirará como una estrella de inmensa magnitud. Tornemos ahora la cuestión a la inversa.
Hay astrónomos que han concebido la posibilidad de que la Tierra choque con el Sol y como el Sol es un millón de veces mayor que la Tierra, si nosotros cayéramos sobre él (dejando otra vez de lado la lógica más singular: el calor aplastante, el impacto...), seríamos nosotros la montaña y para eso, más que lo era para nosotros la formada por Vesta. El choque que recibiría el Sol sería también formidable, pero una vez repuesto de la conmoción, llegarían de todas partes los hombres solares a admirar la nueva montaña que había caído en su Planeta. Si el hombre es, más o menos, de 1,50 a 1,80 m de altura, el "hombre solar", en relación con el tamaño del Sol, tendría que tener una altura de 40 leguas y proporcionalmente, su anchura. Para subir al Mundo, tendrían que pasar por nuestros mares, ya que la mayor parte de la Tierra es Océano, y entonces se le haría difícil la marcha aunque el agua sólo les mojara los tobillos.
Supongamos que entre los habitantes del Sol, los hubiera naturistas como entre nosotros, y uno de ellos rompiera la punta de una montaña para estudiar ese trocito de meteoro caído y compararlo con piedras que ellos tengan. Se agacharían sobre el meteoromontaña para observar cómo estaba en la superficie y verían terrenos húmedos, desiertos, campiñas verdes, pero no les sería posible distinguir ni plantas ni árboles. Entonces, se valdrían de un microscopio y así podrían apreciar nuestras plantaciones y si aún tomasen un ultramicroscopio, llegarían a ver las ciudades, los ferrocarriles... Interesados por estas curiosidades, llamaría este naturista a un compañero y le haría observar ciertos ruidos y raros piquetes de minúsculas hormiguillas sin saber que estamos en guerra. Que se baten China contra Japón, Perú contra Colombia, o Bolivia contra Paraguay..., siendo para ellos los tiros de cañón aún menos perceptibles que el tictac de un reloj. Seríamos, en suma, curiosos infusorios para los habitantes del Sol. Bien ridículo, para ellos, sería suponer que hiciéramos diferencias entre Obama y un cochero de Shangai, entre calles de México y una del Barrio Latino de Paris. Un fuerte soplo de un solano bastaría para barrer todas nuestras pretensiones estúpidas.
Gran fantasía demuestra, cuanto estamos relatando. Sin embargo, sería real, si esto que es una hipótesis, se llevara a la práctica. En este caso, solamente se ha relatado para hacer comprender nuestra posición frente a otra pequeña y viceversa. Así se puede comprender y sentir la influencia que pueda tener el Sol y las Estrellas sobre nosotros mismos. Así podremos comprender y sentir el efecto de darnos cuenta de lo que significamos entre ese maremágnum de Mundos y Soles.
Se sabe que todas las Estrellas que divisamos pertenecen al sistema de la Vía Láctea donde, si bien existen muchos mundos inferiores al nuestro en dimensión, los hay también mucho mayores en una gran capacidad. Podrá ser que muchos de ellos no estén en condiciones atmosféricas para que la vida se manifieste tal como ocurre en nuestro mundo y aunque la materia tenga otra manifestación y forma, es indudable que muchos de ellos tengan su Fauna y su Flora, del mismo modo que las tiene la Tierra. No es lógico que tan solo nuestro mundo tenga habitantes ni que a él sólo se le haya concedido este privilegio. Sabemos también que existen Soles como el nuestro, pero hay un Sol Central del cual depende el que nos alumbra y aún otros Soles Centrales, dependiendo unos de otros, en una prolongación hasta lo infinito...
La Estrella Canope de la constelación austral de Argos, ya descrita por Plutarco, fue considerada por el astrónomo inglés Walkey como un probable Sol Central, alrededor del cual se supone que se mueve todo nuestro sistema, a pesar de ser una estrella minúscula. Es decir, minúscula a nuestra simple vista, ya que es ella 1.350.000 veces mayor que el Sol.
Ahora hagamos algunas comparaciones sobre tamaño de estrellas y sobre su magnitud. Tomemos, por ejemplo, la estrella Vesta, un pequeño Planeta que solamente tiene 400 km de diámetro, pero que se puede ver sin dificultad. Es, sin embargo, 25.000 veces más pequeña que nuestra Tierra y 500 veces inferior a la Luna. Supongamos que a esa Estrella se le ocurre caer sobre la Tierra. Daría ciertamente un golpe formidable, pero no sólo significaría que habría llegado el fin del Mundo. Bueno, sí, pero imaginemos lo que ocurriría dejando de un lado la lógica del desastre: tendríamos una montaña nueva de una inmensa altura que llegaría (para hacernos una idea) a cubrir todo el suelo de Rosario (Argentina) hasta Bahía Blanca, dejando sepultado a Buenos Aires, La Plata y Mar del Plata, "pero nada más". Podríamos acudir desde Europa a admirar este fenómeno curioso como montaña o meteoro caído y se harían excavaciones para dar con la Torre de la Catedral de la Plata. Ahora nuestro cuerpo, según antes se ha dicho, está en relación con el Mundo en cuanto a tamaño y si se aplica esa Ley de Relatividad donde todas las Estrellas en que mientras más grandes sean éstas, mayores serán sus habitantes, tendríamos que los habitantes de la Estrella Vesta habrían de ser 25.000 veces más pequeños que nosotros y, por consecuencia, de 7 mm de altura. De tal modo que no podrían verse a simple vista y para ellos serían nuestros insectos, horribles dragones monstruosos que les dieran espanto y de una patada, una cucaracha, por ejemplo, podría matar a centenares de estos habitantes. Nosotros seríamos unos enormes gigantes y tardaría infinidad de tiempo en poder ascender a cada uno de nosotros por piernas y brazos. Nuestras formas de flores, serían como grandes árboles y hay que suponer su admiración al ver con qué facilidad los arrancábamos de raíz. Llegarían a considerarnos Dioses si es que les fuera posible vernos a distancia. Pues así, tenemos varios Planetas, mucho mas pequeños que la Tierra y desde ellos se nos mirará como una estrella de inmensa magnitud. Tornemos ahora la cuestión a la inversa.
Hay astrónomos que han concebido la posibilidad de que la Tierra choque con el Sol y como el Sol es un millón de veces mayor que la Tierra, si nosotros cayéramos sobre él (dejando otra vez de lado la lógica más singular: el calor aplastante, el impacto...), seríamos nosotros la montaña y para eso, más que lo era para nosotros la formada por Vesta. El choque que recibiría el Sol sería también formidable, pero una vez repuesto de la conmoción, llegarían de todas partes los hombres solares a admirar la nueva montaña que había caído en su Planeta. Si el hombre es, más o menos, de 1,50 a 1,80 m de altura, el "hombre solar", en relación con el tamaño del Sol, tendría que tener una altura de 40 leguas y proporcionalmente, su anchura. Para subir al Mundo, tendrían que pasar por nuestros mares, ya que la mayor parte de la Tierra es Océano, y entonces se le haría difícil la marcha aunque el agua sólo les mojara los tobillos.
Supongamos que entre los habitantes del Sol, los hubiera naturistas como entre nosotros, y uno de ellos rompiera la punta de una montaña para estudiar ese trocito de meteoro caído y compararlo con piedras que ellos tengan. Se agacharían sobre el meteoromontaña para observar cómo estaba en la superficie y verían terrenos húmedos, desiertos, campiñas verdes, pero no les sería posible distinguir ni plantas ni árboles. Entonces, se valdrían de un microscopio y así podrían apreciar nuestras plantaciones y si aún tomasen un ultramicroscopio, llegarían a ver las ciudades, los ferrocarriles... Interesados por estas curiosidades, llamaría este naturista a un compañero y le haría observar ciertos ruidos y raros piquetes de minúsculas hormiguillas sin saber que estamos en guerra. Que se baten China contra Japón, Perú contra Colombia, o Bolivia contra Paraguay..., siendo para ellos los tiros de cañón aún menos perceptibles que el tictac de un reloj. Seríamos, en suma, curiosos infusorios para los habitantes del Sol. Bien ridículo, para ellos, sería suponer que hiciéramos diferencias entre Obama y un cochero de Shangai, entre calles de México y una del Barrio Latino de Paris. Un fuerte soplo de un solano bastaría para barrer todas nuestras pretensiones estúpidas.
Gran fantasía demuestra, cuanto estamos relatando. Sin embargo, sería real, si esto que es una hipótesis, se llevara a la práctica. En este caso, solamente se ha relatado para hacer comprender nuestra posición frente a otra pequeña y viceversa. Así se puede comprender y sentir la influencia que pueda tener el Sol y las Estrellas sobre nosotros mismos. Así podremos comprender y sentir el efecto de darnos cuenta de lo que significamos entre ese maremágnum de Mundos y Soles.
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