Llevamos muy poco tiempo habitando en el Universo. Si la vida del Universo fuera como la de una persona, la existencia de la humanidad sería menos que el destello de un rayo. La vida de una persona es mucho más breve. Es un rayo dentro de un rayo. Temporalmente somos muy poco. No debemos olvidarlo.
Desconocemos por qué estamos en este mundo y qué sentido tiene la vida. La realidad es que nadie lo sabe. Muchas personas, muchos sistemas de ideas, muchas religiones lo intentan explicar. Pero la verdad es que no se sabe. Hay que admitir que hay preguntas que no se pueden responder: esta extraña cualidad pertenece a la condición humana.
El ser humano siempre ha buscado a Dios y ha querido hacerlo como a él mismo. Es una reacción ante lo desconocido, ante fuerzas superiores a él, frente a la muerte y frente a preguntas sin respuesta. La realidad es que todos somos un poco de Dios.
Una gota de agua de mar tiene las mismas cualidades que todo el océano. Dios es el mar y nosotros la gota. En consecuencia; Dios, tu persona y los demás somos lo mismo. Aún se puede decir más: Dios, el Universo y tu persona son la misma cosa a diferente escala. Todos tenemos la misma esencia divina, pero no lo percibimos. Es necesario sentir esa idea.
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