lunes, 22 de septiembre de 2008

Buscando los signos de las cosas venideras

En las culturas occidentales modernas, el futuro se presenta como algo largamente indefinido. Creciendo desde el presente, su forma sólo se puede discernir hasta el punto en que la lógica pueda utilizarse para extrapolar esta tendencia. Pero una creencia, común a ciertas culturas, es que el futuro tiene una forma predeterminada que puede ser descubierta y utilizarse como guía en la vida cotidiana.
Las predicciones toman muchas formas. En el Tibet, los adivinos pueden meditar, tirar los dados u observar el comportamiento de los pájaros para aconsejar sobre decisiones importantes. Los adivinos, normalmente monjes budistas llamados lamas, pueden predecir los días adecuados para que los habitantes se casen, planten las semillas o planifiquen estrategias militares; también pueden elegir el emplazamiento de una nueva casa o dar ideas acerca del carácter de un individuo y su probable destino.
Otro método popular de predicción es leer la palma de la mano, una técnica desarrollada hace unos 3.000 años en China e India. Los que leen la palma observan sus líneas para descubrir cosas tales como la disposición, tendencias de la salud, o cambios futuros.
La lectura de dibujos de arena, otro medio antiguo de ver el futuro, lo practican algunas tribus americanas. Entre los navajos, los sabios de la tribu vierten arena coloreada en sus dedos, para luego interpretar los patrones que resultan.
En algunas zonas del oeste de África, los habitantes, deseosos de obtener consejo, confían en una clase particular de araña que se cree posee una sabiduría sobrenatural. Unas cartas de predicción especiales, cortadas de plano, con hojas duraderas, se dejan en una madriguera habitada por una de las arañas peludas más grandes. Cuando la criatura sale, sus movimientos reordenan las cartas. A continuación, el adivino interpreta el nuevo patrón y la forma en que se revela el futuro.

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